Fantasías musicales de ayer y hoy en La Jugueraespera un momento...
viernes 20 de octubre, 2017
Escrito por: RodForChoice
Entramos justo cuando Carolina Holzapfel cantaba el segundo tema, primera vez que la veo sola con su yamaha. Antes la había visto con banda completa. Tiene la personalidad de una mente desinhibida. Sus letras no son complejas, a diferencia de sus habilidades en el piano. No se le ve ni una partitura sobre la tarima, pero en su cabeza están todas las notas bien escritas.
«Contentate con poquito» si crees que su canto es un tanto trastornado, porque claramente esta cabra expresa sus vivencias con naturalidad y un humor alemanote, de gran presencia en el escenario. Es una propuesta diferente a la que nadie queda realmente indiferente. Nos revela una nueva composición en su vientre y el respetable se manifiesta con cariño.
A ratos la cabra pareciera hacer una rutina de stand up, hay carcajadas fuertes entre los asistentes. Sobretodo aquellos que se desvirgan con su propuesta. Tiene su público que la apaña, cantan sus letras entre sorbo y sorbo y eso es lo importante. Logra transmitir su estilo atrapando con las características propias de una mujer intensa, con perso y muy espontánea. Vo dale.
Pito break y seguimos con El enemigo es otro, un concepto diferente a lo anterior. La voz principal es a veces débil en ejecución y puede deberse a muchos factores externos. No obstante, crece a medida que avanzamos en la presentación. Cuando cantan a dos voces la armonía mejora el resultado y la presencia es notoriamente superior. Vamos por una chela.
Rocío dice que es primera vez que tocan en Santiago. Poco a poco se van soltando y los grooves se van consolidando. A pesar del sonido vilipendeado de la sala, al menos esta noche, lo que más rescatamos en esta primera experiencia en vivo, es la manera en que los bajos se acoplan a las baterías.
«Castillos con ruedas» es el single que conocíamos. Lo puedes escuchar aquí, en vivo replican una versión casi idéntica. Las cuerdas se acoplan en un acorde «muy acorde» a lo que esperábamos. Bien ahí. Nos quita la atención una pareja que baila el beat atresillado. La audiencia se prende lentamente y ya no hay tanta distancia. La noche avanza, el reloj marca la 1.25 y tanto a mi celular como a mí nos queda poca batería. Aún falta una banda y no podemos decaer. Un reptiliano amigo se raja con más chelas y somos testigos que, Eduardo, Sebastían, Camilo y Rocío han traído a la mayoría del público esta vez.
Falatan 15 minutos para las 2 de la mañana y salimos a humear la vereda nuevamente. Se viene Dayanandrea y queda sed por saciar. Su particular vestuario nos reconocerlos antes de que comiencen. Las patas se nos mueven con los vientos y el virtuosismo de este ensamble de seis músicos. Psicodelia en el ambiente.
¡Fulano! Gritan tras el quiebre que da el protagonista al saxo del extremo derecho del escenario. Tenor, aparentemente, la distorisión en la mente ya es evidente. Rebotamos hasta el saxo alto, al otro lado, aquella intérprete que canta de vez en cuando y que nos gustaría que aprovecharan más.
El trompetista, por muy esquinado que se encuentre, llega hasta el fondo del local. Aplauso rotundo al finalizar la pieza y la banda sigue vibrando esquizofrénicamente sin emitir ruido alguno. Tras ello, invocan a los seres ancestrales en un pulso acelerado que nos lleva a la barra nuevamente. Botamos la bitácora digital y nos perdemos entre los motivados que se agolpan en un intento de slam. «Siempre salgo a caminar, por el bosque o la ciudad…» lo principal es a webiar y disfrutar con lo que un juernes nos entrega.
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