¡NO NOS ACORDAMOS DE NADA, SIN EMBARGO LO DEJAMOS TODO!
Escrito por: Salvador Allende y Felipe Mayorga
Nos vaciamos el alma sobre la tierra potable de la Montaña de Teno. Brotaron cerros del suelo como prometiendo infierno, sonido y furia. Pero ciego los oídos, sólo quedaba droga para calmar el amor dulce al desastre. Cientos de ojos para mirar debajo de las faldas de la vida, mostrándonos la escena peluda, depilada o turbia del naufragio llamado rock and roll. Un asentamiento demasiado humano, en 20 mil horas de amor breve. ¿Cómo no caer inconsciente en los brazos fogosos de tal festín silvestre?
Descendieron monos cubiertos de harapos cerca de un nuevo Woodstaco por desnudar. Esa era la invitación: recordar la caverna y el trote de las guitarras enchufadas al sol. Es que el viernes parecía ya el último día de juerga: severa destrucción de la voluntad. Sólo el viento parecía mantener los cuerpos de papel rebalsados de nada, del hambre que incita a moverse entre los árboles en busca de demonios amigos. Un colega, de hecho, menciona eso de que los escenarios son pistas de aterrizaje o mejor dicho, las pistas del despegue marciano.
Sincerémonos. ¡NADA RETUVIMOS EN LA MENTE!, salvo los aullidos guturales de la selva amplificada. Solo la fotografía velada de cuánto personaje hermano reposaba en el río tras la abundante dosis veleidosa, o esa pichanga amateur e improvisada entre los que no durmieron y los que sí, cuando el árbitro estaba enterrado a kilómetros de profundidad bajo el verde pasto bien cuidado.
-Doctor Pez…..habéis visto a Jesucio clavar su miedo en la calma de los cuicos lindios….nosotros no sabemos comprender la belleza….a menos que lleve clavos en las manos. Mas no dejéis que los excesivos enanos de litros varios mojen tu ojo sagrado por dentro… solo el sorbeteo de un poco de agua fermentada cayendo por la costilla de la música para anestesiar la falta de conducta.
Esas fueron las declaraciones mencionadas por la sombra de un arbusto sin tabique. La orquesta del tiempo y su rutina que no reconoce el rock lanzado. Mira ahí muchacho, ríos de carne perdiendo la voz, dando lugar al travestis que nos habita. De la mañana a la noche, el mismo combinado de kamikazes ayunando. Y ni hablar de las bandas, ¡SI NO RECUERDO NINGUNA! Pero tengo una visión: una micro monstruosa guiada por rieles de vicios respetables, directo a ese paraíso invertido, puesto de cabeza en la foto de la nación cultural, la postal malparida de los periodistas de espectáculo. Familias enteras con sus hijos de fuego compartiendo en la mesa desmelenada de la experimentación: ¿Lo Peor de Chile? Minutos eternos de silencio para esa psicodelia incomprendida de tiempos sordos. Una ceremonia de bordes nulos que brota como maleza, extraviados en la explanada. Es que mientras los más pirotécnicos de la mega junta se resguardaban bajo el quitasol de un pacifismo demócrata, los bélicos de verdad se dejaban llevar por Sube, Tuyona y Dayanandrea en el enjambre, Metakiase, Los Fósil o los Dezaztre Natural en el aterrizaje Rock. O por los grandes Nébula en el Blesstaco, Los Cola de Zorro, Las gran patudez de Siempre, Los Travis Moreno, Alásido, La Emile Dubois y Terapia Grupal, encendiendo el mismo escenario de los raya papa del puerto.
Tanto personaje estropeado bebiendo garrafas de acordes y arreglos: un tal Negro enamorado, un Tostado tieso, un Titi frenético, un Pachuco maquillado hasta las orejas, Cotiño el adonis de la locura. Rockberto, Keta, Chasam y los “Che” de los Knei con la camisa abierta mostrando las cicatrices del desquicie.
Cómo olvidar esa sensación, entre degenerada y torpe, de follarse hasta la más mínima alma vestida. Buen Apetito cavernícolas del mundo al revés. El domingo queríamos que fuese el primero del certamen. El día de la creación, nunca de descanso. Ya no quedaba nada. Las montañas se quedaron los recuerdos para sí, la memoria demente. La vuelta al ritmo insano del mundo borra el festival hasta el próximo eclipse de la realidad, durante una semana de convalecencia y crisis espiritual. Insistimos demonios, ¡NO RECORDAMOS NADA!