Todos sabemos que el rock progresivo es el chico nerd de la sala de clases. Detrás de los populares hard rock y pop rock, que suenan mucho más en las radios y convocan un marco de público mucho mayor, el progresivo es un género que tiene dificultades para gustarle al público. No es un género “oreja”, a pesar de que sus músicos son quizás los más minuciosos y preocupados de hacer un trabajo bien hecho.
El disco homónimo de Barjavel, que además es su debut, no es un rock progresivo “fácil” en el amplio sentido de la palabra. Efectivamente, es un disco en el que la banda explora recursos complejos, a veces disonantes, y la mayoría de las veces bastante ambiciosos. Sin embargo, el buen gusto con el que estos recursos son utilizados permite que cualquier oído, desde el más tosco al más entrenado, pueda sentir que algo se mueve en su interior con esta banda.
La clave esto está en el énfasis que la banda pone en el groove. Gracias a la adición de elementos de funk en los segmentos más rockeros, la banda logra un excelente swing, y lleva al auditor a mover su cuerpo de forma inconsciente.
Tras el potente funk rock del instrumental Edarem y una (no tan) sutil cita a la influencia de Black Sabbath, el grupo baja las revoluciones con Hejira. La fusión de sonidos, a ratos media hindú, a ratos más latina, presenta a una banda que explota lo mejor de cuatro músicos enormemente talentosos. No hay necesidad de solos de bajo o de batería: la impecable compenetración que logran en cada canción es suficiente para que todo el disco sea un solo gran minuto de fama para lucirse individual y colectivamente.
Waltz nos engaña al principio, haciéndonos creer que sirve como una continuación de Hejira. Sin embargo, esto solo es un truco para hacernos bajar la guardia. La potencia de la canción asciende drásticamente por sobre el umbral del hard rock, y se logra meter en el espectro del heavy y doom metal, con riffs potentes y oscuros.
En Hoy Por Hoy y Gélem nos encontramos con un rock progresivo más cercano al sonido setentero que consolidó al género en aquella época: a ratos medio baladístico, a ratos medio jazzero y a ratos más bien rockero. De no ser por las letras en español, estos temas podrían pasar colados en un disco de Emerson, Lake & Palmer, Yes, o cualquier otra banda del género.
Ya cerca del final nos encontramos con la fantasía onírica de Otras Migraciones, que nuevamente, nos hace bajar la guardia. El increíble trabajo del bajista César Velásquez es fundamental en la creación del sonido sólido y groovero de Barjavel. Su técnica, prolija y versátil, permite a la banda viajar desde la sutil melodía de la balada hasta la distorsión del rock duro.
Tras escuchar el disco, que la última canción se llame Let Your Body Take Control es casi una redundancia. La potencia del tema, escrito y compuesto en los códigos del rock más crudo y sucio, muestra que el progresivo no es un género carente de huevos y actitud. Aparte de los buenos solos de guitarra y el impecable trabajo de la sección rítmica, hay que decirlo: la voz de Gustavo Sepúlveda se luce y se echa la canción y el disco completo al bolsillo.
Barjavel – Barjavel (2016) (Inglés)
We all know progressive rock is like the nerd kid on school. Behind hard rock and pop rock, both of them very popular in radios and gigs, prog rock is a genre with big troubles on getting the audience into it. It’s not an “easy listening” genre, despite its musicians are perhaps the most painstaking workers on getting a good job done.
Barjavel’s homonimous (and debut) album is not an “easy” progressive rock album. It is an album in which the band travels through complex and sometimes dissonant sounds, and most of the times it’s pretty ambitious. However, the way this resources are used is highly well-tasted, and makes it friendly to everybody: from the young punk kid to the highly-trained ear of a prog snob. Everybody can feel something inside at the time they listen to this band.
The key component of this album is the great groove the band achieves in the strong parts. Thanks to the addition of funk elements in the harder segments, the band takes the audience to stomp their feet instantly.
After the strong funk rock of instrumental track Edarem, and a (not so) subtle quote to Black Sabbath style, the band slows down with Hejira. The sound’s fusion, a little indian, sometimes a little more latin, introduces a band that is capable of getting the best of each one of its four highly talented musicians. There’s no need to play bass and drum solos: the perfect connection they have is enough to let any of them to show off.
Waltz is a misleading song: at the beginning it sounds like a second part for Hejira. However, this is a trap. The power of the song increases drastically over the hard rock border and gets into the field of heavy and doom metal, with hard and dark riffs.
Hoy Por Hoy and Gélem are closer to the founding masters of progressive rock we found in the seventies. There are traces of ballads, jazz and rock. If it wasn’t for the lyrics in spanish, it could be easy to put this songs in any Emerson, Lake & Palmer or Yes album.
We are getting closer to the end, and Otras Migraciones drives us to a dreamful atmosphere. The amazing job done by bassist Cesar Velasquez is essential in the foundation of Barjavel’s solid and groovy sound. His versatility allows the band to travel from soft ballad melodies to hard rock overdriven sound.
After listening to the album, the fact that the last song is named Let Your Body Take Control is almost redundant. The song’s power, with a dirty hard rock sound, shows us how progressive rock is a music genre with a lot of balls. Besides good guitar solos and a flawless work from rhythm section, we have to say this: Gustavo Sepulveda’s got some insane vocal skills.