Aunque vienen de un planeta que ellos inventaron, llamado Siluris, Pulgas Con Bata están instalados en Concepción, ciudad donde orbitan en diferentes escenarios y bares haciendo lo que llaman “Funk Progresivo”. Y aunque es cierto que ambas influencias se notan en su más reciente disco, “El Escape de Siluris”, se les olvidó mencionar las dosis temerarias de lisergia que empapan su travesía que mezcla radioteatro, dibujos, relatos y hasta un juego que acompaña el CD.
Con la pulga »Tenoc Cethálides» en la guitarra, el robot »Talitrus Unts» en la batería y el imaginario “Amigo Pipo» en el bajo, la banda se complementa en sus conciertos acompañándose de »Bleblusa Monélida», proyectando colores, la »Vieja Clota», danzando y el »Maestro Cacto», en las narraciones y poesía.
Comenzando con una narración, Los Pulgas nos ambientan en el espacio exterior antes de “Despaila Tenoc”, un corte funketa pero infectado de ritmos progresivos. La obra sigue su curso en “El Paradigma de la Vieja Clota”, una armonía viajera que se repite hasta ir desafinándose y retorciéndose en sí misma, con juegos de cinta de por medio. En eso, se nos revela el origen de la bata de Tenoc, para después mutar el tema en algo así como un jazz-metal.
La pulga rescata al robot Talitrus Unts desde un basurero para tocar “Queso Eléctrico: el número”, donde los tiempos se ponen más intrincados y los tonos oscilan, de riffs pesados a arpegios espectrales, onda a la que le ponen electricidad en “Mamma mía como lo hacía la mía Nonna”, sacando sus mejores destrezas para meterse en pasajes a toda velocidad.
El amigo Pipo, con su bajo, se aparece tirando abismales líneas para “Se me despegó la cara de las patas”, un volón (como lo indica el título) lento con acorde desconcertantes. Ahora a ensamble completo y listos para cruzar portales interdimensionales, el grupo se lanza a “El Escape de Siluris”, impulsados por una intro metálica que se transforma en punk, saltando entre espacios progresivos y mambos psicodélicos.
En plena fuga, el trío busca su camino en “¿Pa onde es paonde?”, una corta conclusión (por ahora, ya que el narrador deja el futuro en suspenso) donde confluyen todas las variantes de su sonido exploradas en esta extensa y extraña ópera sideral.
En una trabajada propuesta preocupada de los detalles (el empaque del disco es una mini caja de pizza, con un fanzine de ilustraciones que acompañan la historia y un sticker de regalo), Pulgas Con Bata diseñaron un mundo y una historia que es imposible no relacionar con su música, que ejecutan en vivo provistos de trajes junto a trucos baratos pero efectivos. Metiendo al escucha de turno en un alucinado imaginario, este álbum logra cautivar y dejarnos colgadísimos del siguiente capítulo en su travesía fuera de Siluris.