Yaca – II (2019)espera un momento...
miércoles 11 de diciembre, 2019
Escrito por: Álvaro Molina
Hace dos años, en febrero de 2017, el músico brasileño Rodrigo Montoya y su par chileno Ignacio Moreno Fluxà se conocieron de casualidad e inmediatamente se formó una conexión entre ellos. Montoya llevaba años involucrado en la bullente escena experimental de São Paulo, siendo uno de los fundadores del coletivo Abaetetuba (palabra en guaraní que significa “reunión de buenas personas”) el cual se auto-define como una “pequeña orquesta de improvisación libre”. Tras algunos años dedicado al saxo soprano y la guitarra clásica, las aventuras sónicas de Montoya se expandieron, introduciéndose en el entramado mundo de los instrumentos tradicionales japoneses: el shamisen y la biwa. Paralelamente, Ignacio es más conocido en estas tierras por su proyecto ihä, cuyo trabajo desciende a las brumosas profundidades del drone y el ambient. Sus delicadas composiciones habitan en un submundo de meditaciones electrónicas, apelando al espíritu en medio de una arquitectura etérea y difusa. Por lo tanto, resultaba natural que la colaboración entre ambos músicos diera como resultado un proyecto que explora más intensivamente las emociones de sus respectivos proyectos personales.
Luego de conocerse, Rodrigo e Ignacio grabaron una sesión de improvisación libre en el estudio Ce chemin est le bon (CCELB) que engendró su primer trabajo con la estampa de Yaca, titulado simplemente ‘I’ (co-lanzado por CCELB y el sello Manjar Records); un disco que evoca un expansivo viaje de catarsis, conduciendo a mundos imaginarios de calma y también a movimientos más agresivos y desafiantes cercanos al noise. La alta experimentación impresa en esta primera entrega vuelve a hacerse presente en ‘II’. Sin embargo, ahora la dupla encuentra un camino meditabundo, debatiéndose entre la construcción de atmósferas exuberantes y el descubrimiento de rincones melancólicos.
En el mar de sonido que se extiende por los dos movimientos de ‘II’ (la expansiva ‘Whales’ y el estremecedor paisaje de ‘Waves’), Ignacio se encarga de retratar la escena con la guitarra eléctrica, elaborando drones intensos que surcan por espesas capas ambientales. Esta aclimatación va escalando y descendiendo, tomándose su tiempo, como si se estuvieran rellenando lenta y pausadamente los espacios oníricos que van apareciendo espontáneamente en la música (una práctica que, en las escasas presentaciones o colaboraciones en vivo de Ignacio, consigue hipnotizar y emocionar espiritualmente). El aura de este océano auditivo se complementa con el ominoso sonido del shamisen de Montoya, el cual en vez de generar adornos superfluos para la improvisación, genera un diálogo de contrapuntos entre ambos músicos. Su habilidad puede ser a ratos punzante y escarpada, penetrando crudamente en la atmósfera con el exótico y visceral sonido del instrumento nipón. Lo que mejor logra este diálogo musical es la capacidad con la que Rodrigo nos lleva a las diferentes posibilidades de sonido que el shamisen es capaz de entregar; pueden ser rasguños de disonancias abruptas, pero también hay giros hacia momentos sensibles, dueños de una intrínseca solemnidad.
La improvisada sesión de ‘II’ fue grabada en vivo la noche del 5 de agosto de 2017 en Taberna Ayekán. Las voces fantasmales del público de fondo le añaden al registro un soplo de naturalidad, como si nos estuvieran recordando que el paisaje sonoro de Yaca en realidad se encuentra bien atado a la tierra. A pesar de que la grabación marca apenas la tercera vez que Ignacio y Rodrigo tocan juntos en la vida, ambos demuestran su convergencia al hablar el mismo lenguaje, provocando que el cauce de improvisación encuentre su propia química compartida y una comunicación desde las profundidades emotivas que conectan a estos músicos. El idealismo experimental de la dupla los convierte en una aparición que transita por el dinamismo, la belleza e incluso lo inquietante y peligroso.
El disco está dedicado a la memoria de l@s caíd@s en la revuelta chilena de 2019.
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