Las cuatro distancias estelares de Katatonia
espera un momento...

Las cuatro distancias estelares de Katatonia

Las cuatro distancias estelares de Katatonia

jueves 29 de agosto, 2024

Este artículo ha sido visitado 167 veces, de las cuales 1 han sido hoy

Escrito por: Equipo SO

Por Claudio Miranda.

Estocolmo, 1991. Dos quinceañeros con aspiración de hacer música, Jonas Renkse y Anders Nyström, unen fuerzas como dúo para un proyecto musical de estudio. El primero se hace cargo de la batería y las voces tanto guturales como melódicas, mientras Nyström asume su rol como encargado de guitarras y bajo. Era la época en que el death metal arrasó con Suecia y expandió su baño de sangre hacia el resto de Europa, y el doom épico de Candlemass daba paso a una evolución ligada al mismo death metal y adoptando un ropaje de corte gótico.

Pero también Estocolmo fue el lugar que vio nacer a una agrupación que, literalmente, no encajaba en ninguna de las huestes que conformaban el asalto sueco en el albor de los ’90s. Una banda que sonaba a death-doom pero con relatos abstractos sobre la vida y la muerte. Y, al menos en sus inicios, con escasos recursos en cuanto a producción en estudio, pero con toneladas de genio y oficio suficientes para ir hacia donde nadie más se atrevía, al menos hasta promediar la década más gloriosa del metal extremo en Europa. No exageramos al afirmar que Katatonia, al menos en sus años formativos, se encontraba a medio camino entre el oleaje death-doom de «los tres de Peaceville» (Paradise Lost, Anathema y My Dying Bride) y una orientación progresiva que los hermanaba, y con todas las razones del mundo, con los más aventajados Opeth, otra banda que no encajaba en nada del metal extremo que imperaba a sangre y fuego en territorio sueco.

Katatonia, con Renkse y Nyström como fundadores e ideólogos absolutos, es un ejemplo categórico de rediseño y transformación. Poco y nada han importado los enésimos cambios de alineación y el no poder ajustarse a algún nicho o subgénero definidos. El regreso a nuestro país, esta vez en el marco del festival CL.ROCK (10 de noviembre, estadio Santa Laura), se da poco más de un año después de aquel show maravilloso en el Club Chocolate, a solo semanas después de editar el flamante «Sky Void of Stars» (2023). Es una oportunidad de reencuentro y sorpresa ante una agrupación que apela al recurso emocional en su bien nutrido repertorio. Metal de vanguardia, pero siempre en favor de la introspección y superando toda barrera impuesta desde afuera. Por eso, en Sonidos Ocultos repasamos las cuatro distancias estelares de Katatonia desde sus inicios hasta hoy.

Primera distancia: 1991-97. Tras grabar un par de demos -hoy joyas de alto valor para los fans más duros-, Katatonia se estrena a lo grande con un par de discos que hoy descoloca por su extrema crudeza. «Dance of December Souls» (1993), supervisado por Dan Swanö, sumerge al oyente en aguas tan profundas como inaccesibles para cualquiera. Podemos encontrar tanto acá como en el siguiente «Brave Murder Day» (1996) el sonido más sucio y cavernoso de una agrupación que no sabía hacia dónde ir, pero que va de cualquier manera, siempre en la suya. Sin duda, una etapa primigenia que está lejos de ser la más reconocida, pero que al fan del metal extremo desde la tripa le encantará por su variedad de pasajes y matices en el desarrollo narrativo de sus canciones. Por cierto, cuesta creer hoy que una banda de quinceañeros compusiera música con estatura de veteranos. Bonus track:Mikael Åkerfeldt fue el hombre encargado de la voz gutural en «Brave Murder Day», esto debido a que Jonas Renkse se vio afectado por un serio problema de salud. Un infortunio que, sin embargo, señalaría un camino distinto (y definitivo) para Katatonia.

Segunda distancia: 1998-2005. Una etapa crucial, y no solamente por la alta factura de trabajos como «Discouraged Ones» (1998) o el supremo «Last Fair Deal Gone Down» (2001). Jonas Renkse adopta un estilo melódico pero no por ello menos desgarrador e intenso, además de dejar la batería para enfocarse tanto en su despliegue vocal como en tomar la guitarra de vez en ocasiones requeridas. Tanto en las placas mencionadas como las fundamentales «Tonight’s Decision» (1999) y «Viva Emptiness» (2003), Katatonia toma una ruta que lo emparenta con el rock alternativo y el fenómeno de Tool. Es en dicho período donde Katatonia termina por forjar su identidad; poco y nada queda del death-doom espeso de los inicios, y el cambio de siglo-milenio nos muestra a los suecos reinventando su firma abriendo un nuevo vórtice de posibilidades. Está claro que es imposible entender la carrera de Katatonia sin explorar esta etapa, la cual definiría los siguientes pasos a tomar en cuanto a la naturaleza de su estilo único e inclasificable.

Tercera distancia: 2006-2014. No es casual que el cambio de logotipo coincida con el paso al siguiente nivel de expresión. Al igual que instituciones de largo recorrido como Marillion, Katatonia remarca a nivel visual y sonoro su carta de navegación. «The Great Cold Distance» (2006), el redondo que inaugura esta etapa, nos presenta a una banda que mantiene algunos trazos de su ciclo anterior, pero incorporando elementos sonoros que le valen la atención inmediata de los amantes del metal progresivo en toda su forma. Tanto la Opus mencionada como las siguientes «Night Is the New Day» (2009) como «Dead End Kings» (2012) denotan la amplitud de matices adquiridos, donde el shoegaze, la música ‘ambient’ y otros estilos del mismo linaje le dan a Katatonia un calibre imposible de encasillar y, a la vez, fácil de reconocer. A destacar también la edición de «Live Consternation» (2007), el primer registro oficial en vivo, y captura rutilante de una época en que el proyecto de Renkse y Nyström hacía gala de una jerarquía ganada a pulso.

Cuarta distancia: 2015-?. El ingreso del baterista Daniel Moilanen y el guitarrista Roger Öjersson completan la que hasta hoy debe ser la formación más duradera de Katatonia, completada por el binomio Renkse-Nyström y el bajista Niklas Sandin. Esta alineación da el gran golpe con «The Fall of Hearts» (2006), un largaduración que goza de una libertad creativa totalmente coherente con el sello registrado de los suecos, así como la huella de Joy Division, The Smiths y The Cure, se incorpora de manera orgánica en un muro sónico de infinitas proporciones. El combo se toma un hiato en 2018 –Öjersson aprovecha de someterse a una cirugía de espalda, debido a una grave lesión- y en 2020, con el mundo cayéndose a pedazos durante la emergencia sanitaria de aquellos días, «City Burials» simboliza el regreso a la actividad, con su propuesta virando hacia un terreno más metalero y menos certero que su antecesor. En 2023, el lanzamiento de «Sky Void of Stars» resume las cualidades más destacadas de una agrupación que se debe a su integridad artística y se mantiene vigente por méritos propios, siempre superando expectativas tanto propias como las de su fanaticada.

Este artículo ha sido visitado 167 veces, de las cuales 1 han sido hoy

Otros artículos del mismo autor