El vocalista de Puscifer, Tool y A Perfect Circle es admirado y considerado por algunos medios como una “leyenda” dentro de la industria musical. Cada proyecto o aventura que emprende genera expectativas. Desmedidas o no, las provoca y eso, pocos lo logran.
“Ese fue el momento en que estaba viendo esas películas de monstruos los sábados, todos drogados con azúcar en la casa de la abuela. Creo que fue entonces cuando mi tía se acercó y dijo: ‘Tienes que ver esto. Si vas a ver películas de vampiros, escucha esta banda sonora’. Y fue Black Sabbath, bastante increíble (…). Así que solo tenía eso. Bajaba el volumen de la televisión y solo escuchaba el álbum viendo las películas de monstruos», reveló Maynard James Keenan en 2018 durante su participación en el programa Rock Show With Daniel P Carter de la BBC Radio 1.
Que, a un músico, en este caso al vocalista de Tool, A Perfect Circle y Puscifer, le guste Black Sabbath es algo tan común como echarle sal al plato antes de probarlo. Muchos músicos han reconocido la influencia de Black Sabbath en su carrera y muchos miles de personas han hecho lo de la sal.
En el caso particular de Maynard James Keenan, con fama de ser un tipo ermitaño y alejado de los flashes, refleja que es más común de lo que se cree y esto no ha impedido que sea uno de los personajes que más ha marcado los últimos 30 años de la industria musical con cualquiera de sus bandas o proyectos. Siempre existen expectativas sobre sus próximos pasos y veneración sobre su huella ya recorrida. Aunque deteste la adoración ficticia que existe hacia las figuras públicas y trate de estar alejado de las luces, Keennan es y seguirá siendo adorado.
De la milicia al arte
James Herbert Keenan nació el 17 de abril de 1964 en Ravenna, Ohio. Como suele suceder en varias historias familiares, sus padres se separaron cuando Keenan tenía 4 años. En 1976, su madre sufrió un accidente cerebral, hecho que motivó que fuera ella quien lo incitara a mudarse a Michigan para vivir con su padre, a quien, hasta ese momento, sólo veía una vez al año. Es menester señalar que su madre fue una figura importante en la vida de Keenan, inspirando temáticas de algunas canciones (por ejemplo “Judith” de A Perfect Circle) llegando al punto en que, tras su muerte en 2009, bautizó uno de los vinos que produce con su nombre, en su memoria.
En 1981, Keenan ingresó al Ejército de los Estados Unidos, decisión que marcó su juventud, por cierto. Pese a que estudió y desarrolló otras aptitudes -variadas por lo demás- el ya entonces artista abandonó ese régimen para dedicarse a su incipiente carrera musical. Sin embargo, antes de dar el salto al vacío, terminó sus estudios preparatorios y estudió Arte en el Kendall College of Art and Design, en el estado de Michigan. Tras eso, Keenan incursionó en algunas ocupaciones alejadas de lo convencional: primero hizo de diseñador de interiores de tiendas de mascotas y después ingresó al rubro de la construcción de escenarios.
La herramienta maestra
Cuando Keenan llegó a Los Angeles, conoció a Adam Jones, quien lo convenció para que crearan un grupo. Así, junto al baterista Danny Carey y al bajista Paul D’Amour (quien luego sería reemplazado por Justin Chancellor en 1995) formaron en 1990 el proyecto más famoso que integra Keenan: Tool.
El primer trabajo fue el EP “Opiate” en 1991, pero el primer larga duración fue “Undertow”, lanzado en 1993 y que escaló rápido en popularidad. Hasta la fecha, Tool ha editado cuatro discos más, siempre con Keenan en los micrófonos: “Ænima” (1996), “Lateralus” (2001), “10.000 Days” (2006) y el “reciente” “Fear Inoculum” de 2019.
Pero como ya se ha insinuado, Keenan era un ser inquieto artísticamente. Por lo tanto, no extrañó que, en paralelo a su demandante trabajo con Tool, formara otro grupo llamado A Perfect Circle, junto al guitarrista Billy Howerdel, quien era técnico de guitarras de Tool. No tan espeso en sonido como su banda madre, en A Perfect Circle, Keenan plasmó otras variantes y sus discos consiguieron un éxito casi inmediato. “Mer de Noms” en 2000 y “Thirteenth Step” (2003) fueron las dos primeras entregas y las más aplaudidas de la banda. Editaron dos álbumes más, pero el formato de trabajo y las exigencias discográficas fueron mermando el entusiasmo de Keenan, quien decidió dejar la banda (no definitivamente, con Keenan nunca se sabe).
Dentro de sus bandas más conocidas, es Puscifer, quizás, el proyecto más “lúdico”, para definirlo de alguna forma. Con este grupo, Keenan ha dado rienda suelta a diversas facetas artísticas, como el sarcasmo y el humor, elementos que en estos tiempos cuesta encontrar. En una entrevista con el medio Rock.com.ar, Kennan ahondó en estos conceptos. “Depende del momento, ¿verdad? No vas a entrar a una sala de emergencias mientras alguien agoniza y joder con la muerte. Sería inapropiado (…) Si tu abuelo hace chistes en su lecho de muerte, te puedes reír. Todo depende del contexto y de la perspectiva. Para mí, lo importante es la intención con la que molestas: ¿eres un hijo de puta a propósito, y tratas de herir a la gente? ¡Entonces, fuck you! Pero si sólo eres un artista, y buscas expresar emociones sinceras con el humor, está bien. Lo haces para desahogarte y aliviar las presiones. Ese es nuestro trabajo: somos entretenedores. Se supone que tenemos que hacerte sentir mejor sobre lo que carajos esté pasando en el mundo”, afirmó.
A su vez, en dicha conversación, Keenan ahondó en otros aspectos relevantes para él. “(…) Si entiendes el pasado, te ayuda a pronosticar lo que se viene. Son patrones simples que se repiten en el tiempo (en alusión a letras que ha escrito). Me gusta pensar que las personas tenemos un ‘lobo bueno’, así que vos dale de comer a ese, porque alguien va a estar alimentando a su ‘lobo malo’. Las cosas siempre fueron y van a ser así. Es absurda la idea de que vamos a llegar a una situación utópica en la que todos nos llevaremos bien, nadie peleará con el otro y no habrá racismo. Pero no significa que no valga la pena vivir en el momento y que tratemos de que salga ese ‘lobo bueno’. Lo único que podemos hacer es alimentar a ese animal interno”, se sinceró con Rock.com.ar.
Otra de sus reflexiones, muy actual qué duda cabe, fue sobre las redes sociales y la polarización, fenómeno cada vez más arraigado en la sociedad de hoy. “Sí, eso estaba en mi cabeza constantemente. Pero hoy en internet somos anónimos porque, de alguna manera, les sirve a muchos grupos de personas. Eventualmente, cuando ya no les sea redituable, ninguno de nosotros seguirá siéndolo. Van a poder rastrearnos y perseguirnos a todos. O tal como va el mundo, capaz haya un gran evento celestial… una capa electromagnética que caiga del sol y borre todos los aparatos electrónicos. Ahí quizás volvamos a hacer lo que deberíamos: trabajar en granjas y alimentarnos de eso”, confesó al mismo sitio web. Puscifer ha editado cuatro discos, siendo “Existential Reckoning” el último de ellos y que fue lanzado en 2020. Pero las inquietudes de Keenan siguen fuertes.
Fuera del ámbito musical, Keenan se dedica a la elaboración de vinos, trabajo que la apasiona tanto como su carrera artística, según propias confesiones. Maynard James Keenan se ha ganado una fama de ser un tipo huraño y solitario, celoso de su imagen pública, por lo que su contacto con los medios es bastante limitado y esporádico. Así las cosas, es difícil predecir sus siguientes pasos. Esa manera de enfrentar al mundo ha hecho que, cada vez que anuncia algo, las expectativas se reanimen cual brasa en medio del bosque, aunque él deteste la adoración que existe hacia las figuras públicas.
Así es Keenan. Tiene la herramienta perfecta en sus manos (y mente) para tratar de cuadrar el círculo, tarea que busca hacer con pasión y una que otra cuota de sarcasmo, humor e irreverencia.